Trump, mi amigo Trump

«Maduro, consciente de que no tiene apoyo popular, huye hacia adelante y a gran velocidad. La pregunta es si le saldrá la apuesta» @dgonzalezt

Elibeth Eduardo | @ely_e

Tienen razón todos los que afirman que el gobierno no quiere el diálogo. De hecho, la «desaparición» de Leopoldo López y llamar «terrorista» a Voluntad Popular son una muestra inequívoca.

¿De qué? De que lo único que Maduro quiere más que pasar «bajo la mesa» hasta el 10 de enero es que la MUD se levante del diálogo con el Vaticano por algún pendejo peine… de los muchos que está colocando la nomenklatura con absoluta desesperación.

Mientras, es seguro que colocan velas en dos altares distintos: uno para que algún milico enloquezca (¿los ayude?) e intente un golpe que le permita ser el clon de Erdogan y acusar a la oposición hasta de los relámpagos del Catatumbo.

La segunda vela, por supuesto, es para que gane su amigo secreto: el candidato «republicano», Donald Trump.

¿Sorpresa? Es más que seguro que habría champaña en Miraflores si – contra todo pronóstico – los colegios electorales le compran a América Latina la conseja del «hombre fuerte», en general, y el error histérico del «salvador» carismático, fascista y populista del cual Venezuela es – hoy por hoy – la casa matriz.

A menos que gane el amigo Trump y volvamos a la periferia pero en condición de co-protagonista.

AL IGUAL QUE BUSH. De ganar Trump, la provocación no se hará esperar por parte de dúo Maduro-Cabello intentando reanimar el conflicto con el «imperio», luego de celebrar que el Papa perdió a su principal socio en las presiones pro-negociación: a Obama.

Además, quizás el inquilino de Miraflores (los Chávez se niegan a salir de La Casona) piense y con razón que el republicano será más «cercano» a su interés en favorecer que las petroleras gringas ganen más plata con una subida de los precios del petróleo.

Después de todo Bush fue el mejor amigo de Voldemort para el logro de ese objetivo y le permitió tener su década dorada.

Si Trump intenta derrotar a ISIS de la forma barbárica que ya ha esbozado y, además, se cuadra con su «amigo» Putin (¿¿!!!!) quizás Maduro logre su sueño de una foto de los tres en la Casa Blanca, aunque unos y otros hablen pestes en televisión de los restantes.

Después de todo, la volatilidad del mercado petrolero puede ser sensible al enfrentamiento verbal entre los alfas de Rusia y EE.UU. (Venezuela se ha vuelto irrelevante en este mercado) mientras ambos atizan el polvorín del Medio Oriente y persiguen a ISIS.

Este reality show podría volverse aún más global que las Kardashian, American Idol y Survivor.

CON «M» DE MIRAFLORES. Entonces, el triunfo de DT sería una estupenda noticia para Maduro, justo antes de que el 11/11 se precipite sobre todos nosotros.

Especialmente porque la oposición no le dio el respiro que necesitaba marchando hacia Miraflores.

En la mañana del 3 de noviembre, César Miguel Rondón repasaba una encuesta flash que apuntaba a que un 54% de los consultados tenían poca o ninguna intención de marchar a la casa de Misia Jacinta. Contrario a lo que cree ciegamente la contra sifrina que propició la Plaza Altamira, Miraflores  no es el Nirvana y, al parecer, buena parte de la oposición no desea propiciar violencia que no conduzca a nada.

O peor: que atornille a la nomenklatura actual de la misma manera que el 11A de 2002 consagró a su Comandante Supremo y condenó a la oposición como golpista. Por más que los radicales de Twitter aullen, la única forma de lograr que el gobierno ceda después de que cruzó la raya amarilla y se volvió dictadura es negociar. Ya no tienen nada que perder que no sea el poder.

Después de todo «militares», «marchar, «manipular», «matar», «morir» y Maduro tienen – evidentemente – algo en común.

Para el presidente – en cambio – puede que resistir se escriba con «T» y que el Martes 7 (¿coincidencia?) sea su nuevo día de fiesta

Para él y, por supuesto, el Ku Klux Klan.

Una razón más para que el amigo Trump no deba ganar.

Recemos por ello.